lunes, 16 de enero de 2017

España 1936-2016: 80 años de nuestra revolución contra el fascismo







Fue el 17 de aquel julio, cuando el ejército español llevó a cabo un golpe de estado para derribar al gobierno del Frente Popular, que había ganado las elecciones en febrero. El general Franco, que encabezaba el ejército en las colonias de África, estaba en el centro de este golpe. Pero detrás de él se alinearon la clase dirigente y la derecha entera: industriales, terratenientes, la Iglesia Católica, las dos alas de monárquicos y la Falange de los nazis españoles.
Pero el golpe de estado fracasó. En muchas ciudades las organizaciones obreras se movilizaron, ganaron soldados, se armaron como pudieron. Y el campo se revolucionó. Millones de jornaleros y campesinos estaban sufriendo la más cruda explotación. Tomaron las armas (o simplemente las horquetas y las azadas) y echaron a la odiada Guardia Civil y a los terratenientes. En la Armada los golpistas no estaban bien organizados. Los marineros y suboficiales detuvieron a los oficiales y tomaron el control -en algunos casos los oficiales fueron ejecutados y sus cadáveres arrojados al mar-.
El escritor inglés George Orwell se alistó como voluntario en una milicia obrera (del POUM, Partido Obrero de la Unificación Marxista) para luchar contra los fascistas. En su libro “Homenaje a Cataluña” describe su primera impresión de Barcelona: “Por primera vez en mi vida me encontraba en una ciudad donde la clase trabajadora llevaba las riendas. Casi todos los edificios, cualquiera que fuera su tamaño, estaban en manos de los trabajadores y cubiertos con banderas rojas o con la bandera roja y negra de los anarquistas; las paredes ostentaban la hoz y el martillo y las iniciales de los partidos revolucionarios… En toda tienda y en todo café se veían letreros que proclamaban su nueva condición de servicios socializados; hasta los limpiabotas habían sido colectivizados y sus cajas estaban pintadas de rojo y negro. Camareros y dependientes miraban al cliente cara a cara y lo trataban como a un igual. Las formas serviles e incluso ceremoniosas del lenguaje habían desaparecido. Nadie decía señor, o don y tampoco usted; todos se trataban de «camarada» y «tú», y decían ¡salud! en lugar de buenos días.”
Pero Franco y sus generales tenían el apoyo material sin límites de Hitler y de Mussolini. Más de 60 mil soldados italianos llegaron como “voluntarios” al Estado español, junto con centenas de tanques y metralletas. La participación alemana fue menor en cuanto a cifras, pero igual de sustancial: asesores en el ejército “nacional”, armas, aviones Stuka de la legión Condor. Ellos arrasaron Guernica, donde Picasso se inspiró para su obra antifascista, anti-guerra, clásica.
El equilibrio de fuerzas a nivel militar se inclinaba en contra de la España Republicana. Pero ¿qué camino estaba buscando el gobierno? Lo que hizo fue pedirles ayuda a los países democráticos occidentales. Al fin y al cabo, se trataba de un gobierno legalmente elegido. Además, en Francia gobernaba el gobierno “hermano” del Frente Popular. Leon Blum, su primer ministro, en los actos públicos de solidaridad con España hablaba con lágrimas del “compañero miliciano que cae en el campo de batalla”. Pero la dirección del ejército francés no podía ocultar mucho la simpatía que tenía hacia Franco. El Partido Radical que participaba en el gobierno no tenía ningunas ganas de ayudar a los “rojos” de España. Así que el gobierno de izquierdas en Francia abandonó a su suerte al gobierno de izquierdas del otro lado de la frontera.
La Rusia de Stalin mandó armamento a España. Comintern organizó el envío de miles de antifascistas a las Brigadas Internacionales. Pero, para Stalin, la ayuda a la República formaba parte de sus intentos de crear una alianza con Francia y el Reino Unido contra Alemania. Cuando este intento fracasó, Stalin perdió su interés por España. La ayuda empezó a disminuir a medianos de 1937 y las Brigadas Internacionales se retiraron en la primavera del 38.
Pero la estrategia de acercamiento a los países imperialistas “democráticos” tuvo consecuencias dentro de España. Stalin no quería experimentos revolucionarios en España que pudieran asustar a Inglaterra y a Francia. El Partido Comunista Español siguió esta línea fielmente. Primero tenemos que ganar la guerra, decía, y después podemos hablar de cambio social. Esto significó que en la práctica su política era contrarrevolucionaria. El partido y el gobierno hacían todo lo que podían para parar cualquier embrión de poder revolucionario construido por los obreros, obreras y campesinos a partir de julio 1936. Las fábricas se tenían que devolver a sus propietarios originales -si habían pasado a la contra de Franco, se podía encargar el Estado durante un tiempo, pero sin control obrero. Los bancos permanecieron en las manos de los banqueros. En el campo tendrían que diluirse las cooperativas y los colectivos. Y la antigua disciplina, con los oficiales, los “saludos” y “Atención… Alto… Vista al Frente”, tendrían que reestablecerse en el frente: el ejército tendría que volver a ser “profesional”.
En mayo de 1937 estas presiones llegaron a su culmen y explotaron con violencia en el centro de la Revolución, en Barcelona. El director de la policía (miembro del PCE) montó una provocación, organizando un ataque al edificio de Telefónica, que era controlado por un comité común de trabajadores de CNT y de UGT. Obreros y obreras de Barcelona contestaron levantando centenas de barricadas.
Las barricadas fueron retiradas después de la intervención de los líderes de CNT y de FAI. Y después de estos pasos atrás, vino la represión. Centenas de obreros fueron detenidos acusados por “provocadores”. Muchos fueron asesinados por la policía. Los revolucionarios del POUM fueron las primeras víctimas: Andreu Nin, el líder del POUM, fue asesinado; centenas de sus miembros terminaron en la cárcel. Y, en consecuencia, empezó paso a paso la erradicación de todas las victorias de los trabajadores.
En noviembre de 1936 se remodeló el gabinete del Frente Popular y Largo Caballero, el líder del ala izquierda del PSOE, fue presidente. Dos comunistas entraron en el gobierno. Pero lo más impresionante e inesperado fue la entrada de dos anarquistas en el gobierno. Federica Montseny fue ministra de Salud y Juan García Oliver ministro de Justicia.
Los anarquistas, durante décadas, declaraban su odio por cualquier contacto con la “política”. Rechazaban todo tipo de Estado -incluido el Estado obrero-. Pero para ganar la guerra contra los fascistas se necesitaba una violencia organizada y concentrada, en otras palabras, un Estado. Y ya que en la teoría anarquista no cabía el Estado de la clase trabajadora, se rindieron al Estado burgués, sólo cambiándole el nombre: ya no era un estado despótico sino un estado “antifascista”.
En 1936 la clase obrera en el Estado español ya tenía una experiencia de cinco años de lucha dura y de radicalización. Un proceso que había empezado en 1931, cuando otra revolución derribó la dictadura y acabó con la monarquía. Las experiencias de aquellos cinco años significaron que en 1936 la revolución empezaba de un punto aún mejor que lo que empezó la clase obrera de Rusia en 1917.
Los comités antifascistas, los consejos en las fábricas, las milicias obreras, fueron órganos equivalentes a los soviets en Rusia. Pero había una diferencia importante. En Rusia los soviets se convirtieron en herramientas políticas de lucha y de poder. Se coordinaron, hicieron conferencias donde se enfrentaron varios programas para la revolución. Nada de este tipo pasó en España. Los anarquistas trataban la revolución como un proceso que se desarrollaba en paralelo en miles de sitios sin necesidad de luchas centralizadas. Los socialistas de izquierdas creían que era suficiente un gobierno de izquierdas para que el Estado se convirtiera en “revolucionario”. Y los revolucionarios, especialmente dentro del POUM, eran solo algunos miles y con ideas políticas confusas.
La revolución fue machacada. Pero esto no llevó ni al apoyo de los gobiernos “democráticos” de otros países, ni al éxito a nivel militar. Para ganar la guerra era necesaria la revolución, no lo contrario, como pretendían los estalinistas. Desde el momento en que paró la ola revolucionaria, era cuestión de tiempo que el equilibrio se inclinara a favor de los que militarmente eran más fuertes: Franco y los fascistas.
La revolución española de 1936 podría haber cambiado el destino del mundo. No lo consiguió, y todo el mundo se hundió en la barbarie de la Segunda Guerra Mundial, de Auschwitz y de Hiroshima.

Traducción de artículo de Stelios Mijailidis para Solidaridad Obrera (Grecia)

lunes, 9 de enero de 2017

Las luchas, el motor del cambio 2016, más allá de las elecciones



A pesar del larguísimo ciclo electoral y de las esperanzas que muchas personas han depositado a lo largo del mismo en la posibilidad de cambio institucional, las luchas no han cesado en todo este tiempo. Así, después de muchas dificultades el nuevo gobierno llega al poder rodeado de luchas tanto en el ámbito social como en el laboral, algunas de ellas, como la del sector educativo, muy articuladas después de un recorrido de varios años.   Este avance de las luchas nada tiene que ver con el papel de las burocracias sindicales de UGT y CCOO, cómplices sumisos de los abusos a la clase trabajadora. La organización de las trabajadoras y trabajadores es más necesaria que nunca para defender nuestros derechos en estos tiempos de crisis. Fundamental resulta también la coordinación entre las distintas luchas para golpear junt@s y echar a este gobierno, débil desde su investidura.
En el siguiente artículo, Marlene Llorca y Emérita Calvo hacen balance de algunos de los principales frentes de lucha activos durante el año 2016.


Luchas sociales


Movimiento en defensa de la Sanidad pública en Andalucía
Un nuevo movimiento por la sanidad pública se ha alzado con fuerza. El germen de estas protestas se remonta a 2012, cuando la Junta de Andalucía aprobó un plan para “racionalizar” el sector sanitario. El objetivo era cumplir con el mandato constitucional derivado de la modificación del artículo 135 de la Constitución acordada un año antes por PP y PSOE para dar prioridad al pago de la deuda por encima de los servicios sociales.
La idea es unificar las gerencias de los hospitales de una misma ciudad y trabajar bajo un modelo de unidades inter-centros, lo que en realidad hace que un paciente tenga que auto diagnosticarse para decidir cuál de los edificios visita primero y luego trasladarse de uno a otro recabando las pruebas que requiere su tratamiento. Otra consecuencia de esta eufemísticamente llamada “racionalización” es la reducción de las plantillas hospitalarias, ya que todos los hospitales de una ciudad se convierten en uno, lo que incide en la mayor precariedad del servicio de salud.
Granada, Málaga y Huelva se han levantado. Cada ciudad con su idiosincrasia y problemática, pero las tres protestando por lo mismo, contra los recortes de la Junta de Andalucía en el sector sanitario.
En Granada hemos visto varias manifestaciones multitudinarias desde el pasado octubre, exigiendo que no se lleve a cabo la fusión de los dos hospitales de la ciudad, sino que permanezcan ambos completos, y que el hospital materno-infantil no cambie de ubicación.


En Málaga miles de personas salieron a la calle en defensa de la sanidad pública digna y mejoras en materia de infraestructuras, dotación de personal y más agilidad en las intervenciones quirúrgicas.
En Huelva también ha habido movilizaciones en el mismo sentido, inspiradas inicialmente por las de Granada.
Después de estas manifestaciones, promovidas desde abajo por plataformas en las que se integran sindicatos, asociaciones, profesionales sanitarios y usuarios, el Consejero de Sanidad, Aquilino Alonso, se ha visto forzado a declarar que tendrán en cuenta sus reivindicaciones para mejorar la atención sanitaria. Por ahora son sólo buenas palabras. No se trata de negociar para llegar a consenso alguno. Se trata de frenar los recortes vengan de donde vengan, y en este caso vienen del gobierno de Susana Díaz.
La Educación pública: un curso caliente
El año que termina también ha sido un año de lucha en el ámbito de la educación. Durante el mandato del ex-ministro de Educación José Ignacio Wert y sus represivas leyes, la comunidad educativa se puso en pie de guerra. Tras las huelgas generales en el sector educativo de 2012 y 2013, los años 2014 y 2015 estuvieron marcados por el calendario de movilizaciones “12 meses, 12 luchas por la Educación Pública”, propuesto por las Mareas por la Educación pública a raíz de sus primeras jornadas. Después de gritar en cientos de manifestaciones y escribir en cientos de pancartas “¡Wert, dimisión!”, a mitad de 2015 la movilización logró destituir a este ministro. La Ley Wert, o LOMCE, muy discutida y cuestionada en el Parlamento, que incluso ha llegado a votar su derogación, continúa movilizando a la comunidad educativa.
De este modo, 2016 ha seguido la misma senda combativa. Los días 15 marzo, 14 de abril, 13 de mayo y 13 de junio se realizaron paros parciales a nivel estatal para reivindicar una ley educativa para tod@s, la vuelta a las 18 horas lectivas semanales, la cobertura inmediata de bajas y la retribución íntegra en caso de baja por enfermedad, la disminución de la ratio en todas las etapas educativas y el cese de la supresión de unidades docentes en la Enseñanza Pública.
A nivel andaluz, los días 18 y 19 de mayo se llevó a cabo un boicot a las Pruebas Externas de la Junta y a las reválidas de la LOMCE, como parte de una campaña contra las mismas, en la que el colectivo docente también convocó paros parciales durante las tres primeras horas lectivas. Además, muchas familias presentaron escritos oponiéndose a la realización de este tipo de pruebas estandarizadas que no tienen en cuenta la singularidad de cada alumno.
El miércoles 26 de octubre tuvo lugar la primera huelga del curso 2016-2017 con un gran seguimiento por parte de la comunidad educativa en su lucha contra las reválidas o evaluaciones finales que establece la LOMCE al terminar de cursar la ESO y el Bachillerato. El paro fue convocado por la Confederación de Asociaciones de Padres CEAPA y el Sindicato de Estudiantes en 40 ciudades del Estado español, y fue apoyado por los sindicatos USTEA, CCOO, UGT, STES y por otras organizaciones de la Plataforma Estatal por la Escuela Pública, como Estudiantes en Movimiento. "Retirada de las reválidas", "Derogación de la LOMCE" y "Reversión de los recortes" fueron algunos de los lemas que se cantaron el día 26 de octubre. Como proclamaban desde el Sindicato de Estudiantes, dicha huelga debe ser "un primer gran paso en una lucha que debe mantenerse y ampliarse" hasta conseguir sus objetivos.
Y ese gran paso se dio, tanto que Rajoy se vio obligado a anunciar la paralización de las reválidas hasta que se alcance un pacto por la educación. Y lo hizo, ni más ni menos, en una de las sesiones de investidura. Buena forma de llegar al gobierno, asfixiado por las movilizaciones.
A raíz de esto, por propuesta de PP, PSOE y Ciudadanos, se ha constituido una subcomisión parlamentaria para elaborar dicho “Pacto de Estado Social y Político por la Educación”. Tal y como denuncian en su comunicado las Mareas por la Educación pública, el escrito para la creación de dicha subcomisión recoge que el pacto debe alcanzarse “para alcanzar los objetivos educativos europeos recogidos en la Estrategia Educación y Formación 2020 de la Unión Europea”, que son “la expresión misma de la más salvaje ideología neoliberal aplicada a la educación”, que es concebida simplemente “como una pieza más del sistema productivo”. Queda claro, de partida, que no hay pacto posible con quienes quieren vender la educación como lo vienen haciendo, y que el único camino es defenderla continuando con huelgas y movilizaciones.
Pan, trabajo, techo y dignidad
Este año también han tenido protagonismo las Marchas de la Dignidad, que tras el éxito histórico del 22M de 2014 han continuado organizándose como plataforma que articula las distintas luchas sociales y laborales por todo el Estado. A lo largo de 2016 han tomado las calles en varias ocasiones: la primera fue el 28 de mayo a nivel estatal y la segunda el 15 de octubre contra los tratados de libre comercio TTIP y CETA, integrándose en la semana de lucha de la plataforma contra dicho tratado. El 19 de noviembre tuvo lugar en Sevilla una protesta a nivel andaluz, y el 3 de diciembre en distintas ciudades “contra el crimen social del gobierno PPSOEC´s”. Además de estas convocatorias, y de apoyar a muchas luchas locales, las Marchas han participado en muchas otras jornadas de protesta, como la huelga educativa del 26O o las concentraciones del Día Internacional contra la Violencia de Género el 25N.
Se prevé una movilización centralizada en Madrid en la primavera del 2017 con vistas a impulsar una huelga general para echar al gobierno zombi de Rajoy y del PPSOE.
Otras luchas sociales
Otras luchas destacadas han sido: la lucha constante de la PAH, que desde que fue creada lleva paralizados 2045 desahucios y 2500 personas realojadas: La PAH y la Alianza contra la pobreza convocaron el día 2 de diciembre una manifestación a nivel estatal para denunciar que la pobreza energética mata, como le ocurrió a Rosa, la anciana que murió por una vela encendida, que utilizaba al no poder pagar la luz.
La defensa del medio ambiente es también un frente básico en las luchas actuales, como demuestran las protestas contra el gasoducto que pretenden construir en el Parque Nacional de Doñana y que llevó a diferentes organizaciones ecologistas, políticas y sociales a convocar una manifestación el día 26 de octubre. Discurrió desde la aldea de El Rocío hasta la entrada del parque exigiendo la prohibición del proyecto y el uso progresivo de energías renovables.


Luchas laborales  


Telemarketing
Uno de los sectores más desfavorecidos en el mundo laboral es el de los trabajadores y trabajadoras del Telemarketing.
Hace 2 años que vienen negociando con la patronal del sector (ACE) el convenio de Contact Center. Se pretenden abolir los artículos 17 y 18, firmados en su día entre CCOO, UGT y la patronal, para aumentar los contratos indefinidos, acabar con los contratos eventuales por ETT, aumentar las jornadas completas y mejorar las condiciones económicas y de conciliación familiar.
A lo largo de 2016 se han convocado paros parciales y dos jornadas de huelga con un alto porcentaje de participación. La primera tuvo lugar el 6 de octubre y fue convocada por CGT, CCOO y UGT ante la inmovilidad de la patronal en la negociación del convenio sectorial. Se trataba de la primera huelga conjunta desde hacía doce años. La segunda la convocaron todos los sindicatos muy recientemente, el 28 de noviembre, con un mensaje claro y contundente Las trabajadoras y trabajadores del telemarketing merecemos un respeto, merecemos unas condiciones de trabajo dignas y vamos a hacernos oír”, dado que la primera no consiguió ninguna cesión de la ACE en la negociación del nuevo convenio colectivo.
Coca-Cola
Otro colectivo afectado por la NO crisis de su empresa es el de los y las trabajadoras de la multinacional icono del capitalismo, Coca-Cola.
En 2013, Coca-Cola se fusiona con siete empresas embotelladoras en el Estado español en una única sociedad (Coca-Cola Iberia Partners) y, a pesar de obtener más de 900 millones de euros de beneficios, cierra cuatro fábricas.
En 2014 esta empresa que trata de tocarnos la fibra sensible con sus anuncios, más que nunca ahora en Navidad, presenta un ERE que afecta a más de 1200 emplead@s, que rápidamente declararon huelga indefinida. Convocaron paros en todas las fábricas y organizaron movilizaciones por todo el Estado. Empresa y sindicatos se sentaron a negociar sin ningún resultado, hasta que CCOO recurrió el ERE ante la Audiencia Nacional.
Much@s trabajador@s y aceptaron el despido, los traslados y las prejubilaciones, pero quienes resistieron y resisten, siguen con su lucha. Han conseguido que tanto el Tribunal Supremo como la Audiencia Nacional les otorguen la razón, declarando nulo el ERE y obligando a la empresa a readmitir a los despedidos. Sin embargo, a día de hoy no se ha hecho efectiva dicha sentencia, pues esta empresa pisotea tanto derechos laborales como judiciales, retrasando lo que un tribunal le ha ordenado cumplir.
Manteros de Barcelona
Los manteros de Barcelona, en su mayoría inmigrantes african@s, celebraban en octubre el primer aniversario del Sindicato popular de Vendedores Ambulantes, que nacía a finales de 2015 tras la muerte de Mor Sylla, víctima del odio y del racismo policial en Salou. Se creó con el firme objetivo de convertirse en un sindicato popular que defienda los derechos de l@s trabajador@s y luchar contra el racismo y la marginación.
El acoso a los manteros por parte del Ayuntamiento y la policía es incesante y, al ser personas en su mayoría sin papeles, el caso se agrava. Sufren insultos, palizas, duros interrogatorios, identificaciones y, por si fuera poco, se les requisa la mercancía.
El equipo de gobierno de Barcelona en comú en el Ayuntamiento, surgido en conexión con los movimientos sociales catalanes, no está sabiendo abordar el tema. Estas fueron las declaraciones de la alcaldesa Colau ante la respuesta de un grupo de manteros que se vio acechado por la guardia urbana en una movilización: “Ninguna tolerancia por parte del gobierno municipal” porque “la línea roja es la violencia”, dejando en evidencia a unos trabajadores que nadie sabe lo que sufrieron hasta llegar a Barcelona y lo que siguen sufriendo por el mero hecho de ser “sin papeles” y negros.
Huelga de Fregonas Caídas en las instalaciones de RTVE
Hace un año RTVE cambiaba de empresa y desde entonces las condiciones de las trabajadoras de la limpieza no han hecho otra cosa que mermar. La plantilla se ha visto reducida de 79 a 32 trabajadoras. Las que no han sido despedidas se ven sometidas al doble o a veces el triple de carga de trabajo, y a cambios de turnos y de instalaciones que afectan a sus vidas considerablemente, pues tienen que desplazarse en algunos casos a un puesto de trabajo mucho más lejano o realizar turnos incompatibles con su vida familiar.
La empresa adjudicataria, Team Service Facility, defiende que los despidos y cambios de plantilla se han debido a un reajuste en el planteamiento de limpieza pero que “se mantienen niveles aceptables” en las condiciones laborales, mientras que los sindicatos niegan que así sea y declaran que esta situación es consecuencia de los recortes que la cadena pública lleva acometiendo en los últimos años.
Las trabajadoras de RTVE se han visto obligadas a unirse y luchar por sus derechos, convocando una jornada de huelga el pasado noviembre, secundada por un 90% del personal. Ya están planteando una nueva jornada de paro, mientras RTVE, que se puso en contacto con l@s delegad@s del comité de empresa, estudia la situación.
Las kellys
Si existe un colectivo más desfavorecido que el de l@s teleoperador@s, ése es el hostelero.
Las kellys, limpiadoras en los hoteles, están más de moda que nunca. Empezaron a juntarse en el año 2014 a través de las redes sociales (rrss), hasta que un día un grupo de la misma ciudad decidió darse cita y comenzar su lucha autogestionada. Fueron formando grupos en los lugares con más demanda hotelera y haciendo asambleas esporádicas. Poco a poco, consiguieron un gran reconocimiento en las rrss y fueron surgiendo grupos por todo el Estado, hasta que se constituyeron como asociación.
Las camareras de piso tienen que trabajar a toda prisa y muy bien. Si este colectivo ya estaba infravalorado y mal pagado antes de la crisis, con la nueva reforma laboral y la externalización de los servicios va en continuo declive.
Sus reivindicaciones responden a la realidad de su territorio y van desde el derecho a la jubilación anticipada hasta la vinculación de la categoría de los hoteles a la calidad del trabajo que generan, pasando por el fin de las externalizaciones o el aumento de las inspecciones de trabajo.
Huelga en los Metros de Barcelona y Madrid
Los “Ayuntamientos del cambio” se están viendo sumidos en las contradicciones propias de tratar de gestionar localmente los recursos dentro del marco impuesto por el sistema.
Uno de los mejores ejemplos de esto son las huelgas de l@s trabajador@s de Metro de Madrid y Barcelona. En concreto en Barcelona, el metro es una empresa privada de capital público con un gran número de trabajador@s en situación precaria. De una plantilla de 3.600 personas, 600 solo trabajan tres meses al año con contratos de obra y servicio o tienen jornadas que no superan el 75%. Desde 2011 son cada vez más l@s emplead@s en estas condiciones sin un plan para mejorar su situación.
La respuesta de Ada Colau ante esta situación distó mucho de ser la de alguien que está del lado de l@s trabajador@s. Colau descalificó la huelga calificando los paros de "desproporcionados" y contrapuso las reclamaciones de los trabajadores con el derecho a la movilidad de la ciudadanía, en un contexto como el actual de criminalización sindical iniciado desde la patronal aprovechando la crisis económica.
Huelga de basuras en Málaga
Durante esta crisis han sido muchas las luchas sindicales para defender derechos ya conquistados frente a la ofensiva de la patronal en la negociación de convenios colectivos.
Una de ellas es la de la plantilla de Limasa, empresa encargada de la recogida de basuras en Málaga, que a mitad de año llevó a cabo una huelga indefinida para recuperar los derechos del convenio de 2012.
Esta no ha sido la única en este sector en 2016. De hecho, acaba de convocarse huelga indefinida en la recogida de basuras en Pontevedra a partir del día de Navidad por la falta de acuerdo en las negociaciones del convenio colectivo.
Estos son sólo un par de ejemplos de la resistencia de l@s trabajador@s ante las presiones y abusos de los empresarios a las que da pie la privatización de los servicios públicos.
Unamos todas estas luchas para golpear junt@s frente a los ataques a la gente trabajadora que van a continuar agravando la situación durante 2017.

domingo, 8 de enero de 2017

2016, el final de un ciclo electoral en un sistema en crisis



Igual que este cuadro de Felipe González, el mundo se ha puesto patas arriba para muchos votantes del PSOE, después del apoyo que dio la dirección de su partido al PP.


El año 2016 ha estado marcado por una crisis poliédrica que afecta a todas las esferas de la vida política, social, económica y ambiental en el Estado español.
Jesús M. Castillo analiza la realidad política del Estado español haciendo un repaso por los acontecimientos más relevantes del año 2016.  

Elecciones generales y la ruptura del bipartidismo
A nivel político, las elecciones generales del 20D de 2015 evidenciaron la superación del bipartidismo y la crisis profunda del PsoE (Partido ‘socialista obrero’ Español). El eslogan del Movimiento 15M que aún sigue escuchándose en muchas movilizaciones, “PsoE, PP, la misma mierda es”, se hizo visible en las urnas. El reflejo de la profunda y larga crisis del bipartidismo en los resultados de las elecciones generales profundizó la crisis política del Régimen del 78. A los malos resultados del PPsoE en las elecciones europeas, municipales y autonómicas se sumaban los de las elecciones generales. El bipartidismo pasó de obtener cerca del 80% de los votos desde inicios de los años 80 a menos del 55% en las últimas elecciones, al tiempo que grandes ciudades, como Madrid y Barcelona, pasaban a ser gobernadas por alternativas políticas nacidas al calor de las movilizaciones del 15M.
Por otro lado, las elecciones generales fueron la prueba de la importancia del partido Ciudadanos (Cs) y su 13% de apoyo electoral. Un partido impulsado, primero en Cataluña y luego a nivel estatal, por la plutocracia que gobierna desde las sombras del poder. Sin embargo, el PP no pudo obtener la mayoría absoluta ni siquiera sumando con Cs, la “muleta” derecha de la casta política.
Por otro lado, la potente irrupción de Podemos en el Congreso (con un 21%, unos 5 millones de votos) ejerció una presión muy fuerte en la dirección del PsoE de Pedro Sánchez que, aunque no sufrió el temido “sorpaso”, necesitó mostrarse como una alternativa real y consecuente de izquierdas para su base de votantes de clase trabajadora, desde donde Podemos recibió más apoyos. Esta presión desde la izquierda llevó al PsoE a no dejar gobernar a Rajoy, conduciendo a nuevas elecciones generales el 26 de junio de 2016. Estas elecciones, a pesar de registrar un leve ascenso en el voto del PP (del 29% al 33%), siguieron reflejando la ruptura del bipartidismo y el proceso de ‘pasokización’ del PsoE. Un PsoE que, atrapado entre la “responsabilidad de estado” y la presión desde la izquierda, acabó sufriendo un golpe de estado interno. La derecha del partido forzó la salida de la dirección de Pedro Sánchez para facilitar otro gobierno de Rajoy con la abstención. Un gobierno del PP en el que muchos dirigentes autonómicos del PsoE se encontrarían muy cómodos, más allá de las siglas.
Después de casi 1 año con gobierno en funciones, gracias a lo que no se pusieron en marcha nuevos recortes y reformas antisociales, se constituyó un gobierno continuista del PP en una situación de debilidad. Un gobierno dependiente del sacrificio de Cs y la oposición de cartón-piedra de un PsoE, también debilitado. Un gobierno con el objetivo de seguir aumentando las desigualdades sociales en favor de los más ricos a través de la consolidación de las reformas antisociales de los últimos años (especialmente la reforma laboral), subidas de impuestos indirectos y nuevos recortes sociales. Un gobierno que sigue desplegando el discurso neoliberal de la “estabilidad presupuestaria” para cumplir los límites arbitrarios de déficit público impuestos por la Unión Europea (UE) y poder privatizar así los servicios públicos, incluyendo el sistema de pensiones. Un gobierno que sigue favoreciendo a las multinacionales más contaminantes, como las eléctricas, y que aún presume de puertas giratorias. Preparémonos en 2017 para enfrentar, entre otras cosas, una más que posible ola de nuevas privatizaciones de empresas públicas con la excusa de disminuir arbitrariamente el déficit público. Mostremos nuestra solidaridad con la lucha de sus plantillas afectadas en empresas como podrían ser Renfe, Aena, Adif, Puertos, etc.
En definitiva, el cierre del ciclo electoral que se abriera en mayo de 2014 con las elecciones europeas, y la “sorpresa” de un desconocido Podemos, se cerraba asentando la crisis del Régimen del 78. Un Régimen que se enfrenta a un potente movimiento independentista en Cataluña, a un fuerte reto social a instituciones como la monarquía, la iglesia católica y los poderes económicos (representados por la banca y sus desahucios), a lo que se suma el derrumbe de la estabilidad política dominante desde la Transición.
Podemos: los límites del nuevo reformismo
La llegada de “Podemos y sus confluencias” a las instituciones, ya sea en gobiernos locales, apoyando gobiernos locales y autonómicos del PsoE o en la oposición, ha mostrado claramente los límites de este nuevo reformismo para mejorar la vida de la mayoría de la gente trabajadora.
La formación morada giró a la derecha rápidamente desde su origen, tanto a nivel organizativo como a nivel programático. Paradójicamente, este giro electoralista conducido desde la estrategia populista de Iñigo Errejón, junto con la alianza con la burocracia de Izquierda Unida (IU) para las elecciones generales del 26J impulsada por Pablo Iglesias, condujo a Podemos a perder la confianza de muchos activistas de los movimientos sociales que dejaron de militar activamente en el partido, así como a perder cerca de 1 millón de votos entre el 20D y el 26J.
Desde que acabara el ciclo electoral, se extendieron en Podemos las batallas ideológicas y de poder dentro del partido entre el sector populista, el “izquierdista” y el “anticapitalista” con vistas a las asambleas ciudadanas autonómicas (Madrid y Andalucía) y la estatal (“Vistalegre II”).
La acción política de Podemos en las instituciones está mostrando las limitaciones de jugar en campo contrario, de jugar con las cartas marcadas en el sistema democrático burgués. Se hace muy difícil ganar las elecciones frente al bipartidismo y su control mayoritario de los grandes medios de comunicación y del aparato del Estado (policías, jueces, fuerzas armadas, etc.). Además, una vez en el gobierno, el no enfrentar al sistema capitalista conduce a contradicciones brutales, como el pago de deuda ilegítima a especuladores, el fomento del cambio climático o el apoyo a industrias insostenibles social y ambientalmente, como le ocurre a los gobiernos municipales “del cambio”. Esta contradicción entre un discurso social más o menos transformador y una práctica política basada en gestionar el sistema incorporando algunas reformas insuficientes se evidencia más conforme más poder político se alcanza. Baste con mirar al gobierno de Syriza en Grecia, sus brutales recortes sociales y su política anti-migratoria.

Las crisis socioeconómica y territorial continúan

Más allá de comprobar la fragilidad del Régimen del 78 y los límites del nuevo reformismo, el año 2016 también nos ha servido para comprobar que los capitalistas españoles y europeos han aprovechado la crisis económica, que ellos mismos generaron sobreexplotando y especulando, para aumentar la tasa de explotación de la gente trabajadora. Así, los gobiernos de Zapatero y Rajoy impusieron las reformas antisociales necesarias para que la crisis la pagasen las clases populares y para que la posterior recuperación de las cifras macroeconómicas se tradujese en grandes beneficios para el 1% y precariedad a todos los niveles para el 99%.
Las condiciones sociales que llevaron al estallido del Movimiento 15M siguen estando presentes: desempleo elevado, alta precariedad laboral, la corrupción inherente al sistema (que desgraciadamente no se va a la tumba con Rita Barberá), miles de familias desahuciadas, niveles de pobreza muy altos, negación absolutista del derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas en el Estado español, etc. Así, eslóganes de las movilizaciones de los últimos años como “No hay pan pa tanto chorizo”, “Sí hay dinero, se lo dan a los banqueros” o “Lo llaman democracia y no lo es” siguen  tan vigentes como en 2011 cuando surgió el 15M.
Además, la profundización del neoliberalismo del PPsoE aprovechando la crisis económica ha traído nuevos problemas y ha intensificado problemáticas antiguas que afectan de lleno a la gente trabajadora, como el ataque al sistema público de pensiones, el agravamiento de la crisis socio-ambiental (con el cambio climático a la cabeza), una deuda pública impagable e ilegítima, y la privatización de los servicios públicos.
Respuestas de la gente trabajadora
Siguen presentes las condiciones socioeconómicas que hicieron salir a millones de personas a las calles a raíz de la crisis y los recortes del PPsoE, y que electoralmente se expresaron con la irrupción de Podemos. Pero encaramos 2017 con importantes avances a nivel de la organización de las luchas sociales.
Desde que acabara el ciclo electoral y Rajoy formara gobierno, se está notando una subida del nivel de movilizaciones, que van desde luchas laborales como la del sector de telemarketing por un nuevo convenio colectivo, a luchas políticas de fondo, como la de las Marchas de la Dignidad exigiendo “Pan, Techo, Trabajo y Dignidad”, pasando por la movilización incansable de la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca (PAH) o la defensa de la sanidad pública y de Doñana en Andalucía.
Los movimientos sociales que han luchado en los últimos años no se sienten derrotados, a pesar de que la gente trabajadora esté pagando la crisis, porque han conseguido muchos triunfos parciales y confianza en la lucha colectiva. Esta subjetividad luchadora, unida a la situación socioeconómica objetiva que sufre la gente trabajadora, ha llevado al gobierno de Rajoy a buscar pactos con el PsoE de la Gestora golpista y a las burocracias sindicales de UGT y CCOO a convocar movilizaciones a finales de 2016. Unas burocracias sindicales que, por otra parte, son cooperadoras necesarias para que la crisis la estén pagando las clases populares.
Partiendo de las redes de organizaciones y activistas creadas en los últimos años, de la solidaridad tejida y de la experiencia política adquirida en las luchas, de cara a 2017 nos toca unificar las luchas con perspectivas anticapitalistas claras. Tenemos que incorporar a las marchas de la Dignidad objetivos concretos que especifiquen el significado de ‘Pan, Techo, Trabajo y Dignidad’ ahora, como la derogación de la reforma laboral. Hay que volver a marchar por millones con las Marchas de la Dignidad en Madrid en primavera, construir desde las bases una huelga general para el otoño e impulsar un fuerte movimiento anti-racista, anti-guerra y por los derechos de las personas migrantes.
Debemos decir alto y claro que tenemos la oportunidad de tumbar a unos gobiernos débiles que intentan esconder su fragilidad, como el gobierno andaluz de Díaz y el gobierno central de Rajoy. Frente a la nueva reforma constitucional de la casta política y económica con el objetivo de hacer una “Segunda Transición” para “cambiarlo todo y que nada cambie”, tengamos claro que no hay futuro amable para la gente trabajadora dentro de una UE irreformable instrumento de los capitalistas, que hay que nacionalizar bajo control obrero los sectores claves de la economía (como el energético), que hay que prohibir los despidos en empresas con beneficios, que no pagaremos la deuda a los especuladores, que es urgente una banca pública que financie proyectos social y ambientalmente responsables, que hay que subir los impuestos a las grandes empresas y grandes fortunas, que hace falta una reforma agraria profunda en Andalucía, que hay que generar millones de puestos de trabajo luchando contra el cambio climático… Nos sobran propuestas para transformar el mundo y podemos hacer que en 2017 la crisis la empiecen a pagar quienes realmente la han provocado: los capitalistas.

Sin duda, existe el riesgo de que millones de personas se aclimaten a la precariedad y las luchas sociales se vengan abajo, pero el sistema capitalista depredador (que nunca tiene bastante) seguirá agrediendo y la gente responderá luchando. Además, la crisis económica capitalista volverá con fuerza más pronto que tarde, por ejemplo, tras la explosión de la burbuja inmobiliaria que ahora crece en China. Sigamos impulsando la construcción de poder popular anticapitalista en las calles y los centros de trabajo durante 2017.